lunes, 1 de febrero de 2010

VERANO 2009: BRETAÑA

Bretaña es una de las regiones francesas más desconocidas por el gran público. Sin embargo, esta tierra llena de impresionantes acantilados, preciosos y misteriosos bosques, y ciudades de encanto, oculta muchas e increíbles sorpresas. Bretaña permite que nos olvidemos de los problemas cotidianos, nos alejemos del estrés y el ruido de las grandes ciudades y volvamos a reencontrarnos con la naturaleza y las cosas sencillas. Las playas, los acantilados, sus verdes e impresionantes praderas y sus pueblos medievales nos ayudan a ello.

Bretaña es una región que se mueve entre marcadas tradiciones y la modernidad. La mentalidad y la manera de ser bretona tienen en cuenta estos detalles y los demuestra en sus creencias religiosas, sus trajes tradicionales, su lengua y, sobre todo, su cultura.

Cada paso que damos por esta región parece guiarse por los ritmos de la música bretona, que bebe directamente de la fuente celta. Resulta difícil, por no decir imposible, alejarse de la tradición en estos parajes, aunque a decir verdad no intentamos huir de ello, puesto que esta es la esencia de Bretaña. Nuestro interés por esta tierra se completa con su suave clima (que esta vez no nos ha acompañado mucho), la amabilidad de sus lugareños, su variedad gastronómica en la que conviven los mejores mariscos y las mejores recetas pasteleras, y su impresionante historia que aparece marcada en cada una de sus edificaciones.

La suma de todos estos detalles hacen de Bretaña, para nosotros, una región mágica, única, especial y diferente que hay que descubrir o redescubrir con visitas pausadas, visitas interesadas que nos permitan ver, captar y entender la grandiosidad de esta región en todo su esplendor.

El mar es un elemento omnipresente en la región, puesto que marca tanto la diversidad y la riqueza de la flora y la fauna, como el color del cielo o el clima, suave y agradable. Otro de sus grandes atractivos son las islas que se encuentran frente al litoral bretón. Todas tienen un carácter especial y cuentan con un microclima excepcional. Aunque ninguna está unida al continente mediante puentes, merece la pena acceder a alguna de ellas en barco y disfrutar de su exótica naturaleza.


Y este ha sido nuestro destino este año: Bretaña, de nuevo. Hace 7 años la visitamos por primera vez, con la tienda de campaña, sin saber nada de francés. Entonces el tiempo no nos acompañó pero la región nos enamoró y teníamos pendiente volver, ya con la caravana para disfrutar más de su belleza.

Hace 3 años visitamos una pequeña zona de Bretaña, pero seguía pendiente volver a visitarla a fondo. Así que esta vez teníamos claro el destino. Con la misma ilusión de hace 7 años, emprendemos rumbo a Bretaña…

Viernes 24 Julio

Este año el inicio de las vacaciones es “extraño” para nosotros. Nuestra costumbre es salir de trabajar y marchar, o como muy tarde salir al día siguiente temprano. Pero como este año no sabíamos si íbamos a poder disponer del día de hoy, nuestra planificación fue realizada a partir de mañana.

Así que hoy estamos un poco desubicados… A las 9:45 h vamos al Camping Astral de Tordesillas, donde también de manera excepcional, tenemos nuestra casita con ruedas. Tras pagar la estancia en Tordesillas, nos llevamos la caravana al Camping Cubillas. El por qué de este traslado es poder salir mañana directamente desde Cubillas y evitar esos kilómetros de más y atravesar la ciudad.

Al entrar en Cubillas, llegan Paco y Chelo. Dejamos la ropa colocada en los armarios para no llevar maletas que ocupan mucho sitio en los arcones y terminan siendo un estorbo a la hora de guardar cosas.

Volvemos a casa a comer después de llenar el depósito, vemos la etapa del Tour y volvemos a Cubillas. Dejamos las cosas en las neveras y como allí no hay nada que hacer, nos vamos a tomar una cerveza a la terraza del bar. Después volvemos a la caravana a cenar y a las 23:45 h nos vamos a dormir. Mañana hay que madrugar y tenemos un largo viaje por delante.

Sábado 25 Julio: Cubillas de Santa Marta–St Jean d’Angely (711 km)

Nos levantamos a las 6:30 h. Nos tomamos un café rápido y a las 7:45 h salimos del camping. Por delante tenemos 711 km. Es la etapa más larga de todo el viaje.

A las 11:35 h llegamos a la gasolinera de Campsa de Donosti donde llenamos el depósito (es la última de España y hay que aprovechar que el combustible es más barato que en Francia) y desayunamos, que los estómagos ya pedían también que les llenáramos… Es una parada de media hora y a las 12:05 h emprendemos camino de nuevo.

Cruzamos la frontera a las 12:53 h. Ya estamos en Francia. Comenzamos a ver caravanas en la carretera, señales de coche y caravana en la carretera y las áreas de descanso y servicio… Y empiezan los “pequeños” peajes. Y digo pequeños porque son varios peajes muy seguidos donde se paga una pequeña cantidad. Entre las salidas 7 y 8 de la A10, antes de uno de estos peajes, pillamos un pequeño atasco, pero nada importante afortunadamente.

Para evitar atascos en Burdeos, continuamos viaje y decidimos parar a comer pasado Burdeos. De frente, sentido España, están muy atascados, totalmente parados. Nosotros, aunque el tráfico es denso, vamos avanzando sin problemas.

Paramos a comer en la estación de servicio de Esso de Saugon, a las 15:54 h, donde hemos parado otras veces. Hasta aquí hemos venido oyendo Radio 5, aunque repiten cada 15 minutos las noticias. Nos hemos podido enterrar de la pole de Fernando Alonso en Hungría, del accidente de Massa y de la etapa del Tour…

Comemos y descansamos un rato, aunque como estamos a 100 km del camping, a las 17:25 h continuamos viaje.

Al salir de la autopista y dirigirnos al camping, el GPS nos manda realizar un giro que no vemos claro. Decidimos no hacerlo y continuar carretera, confiando en que haya otro acceso… como así es, afortunadamente. Al llegar al pueblo de St. Jean d’Angely comienza a haber carteles que indican el camping, y llegamos sin problemas a las 18:38h.

Pasamos a recepción, donde no hablan español. Nos asignan la parcela 91. El camping es llano, verde y las parcelas son amplias, aunque los servicios son un poco antiguos. Pero bueno, es para una noche… No tienen pegatina ni plano del camping, así que no podré incluirlo en esta memoria.

Tras colocarnos, nos vamos a dar una ducha y vamos a dar un paseo por los alrededores del camping. Hay una zona verde con río, donde hay varios hombres pescando, zona de juegos, piscina, bar-restaurante, área de autocaravanas… El paseo es agradable, se está muy a gusto, la temperatura es muy buena y apetece andar después de tantas horas en el coche.


Regresamos a la parcela, cenamos y escribo el diario de estos dos días. Ya estamos inmersos en las vacaciones. A las 23:15 h nos vamos a dormir.

Domingo 26 de Julio: St. Jean d’Angely – Quimper (445 km)

Nos levantamos a las 7 h, desayunamos, recogemos y salimos a las 8:40 h dirección Quimper. El viaje es tranquilo, se nota que es domingo. Seguimos oyendo Radio 5 y nos enteramos de que Massa está en coma inducido… Vaya palo; la verdad es que la noticia nos deja mal cuerpo.

Pasamos el puente de Nantes, uno muy alto y grande que a mí siempre me da respeto. Creo que le cogí miedo cuando pasamos con el Laguna y había algo de atasco, por si teníamos que parar y luego no salíamos. Pero ahora el coche puede perfectamente y además no hay atasco. Pero bueno, la sensación de vértigo no puedo evitarla.

Pasado Nantes empieza a haber mucho tráfico, incluso en algún momento están parados. Así que aprovechamos a parar para echar gasoil y tomar un café. Una parada de media hora nada más, lo que se dice una “parada técnica”.

El viaje continúa tranquilo y el GPS nos trae fenomenal hasta la puerta del camping. Como ya teníamos la reserva, todo es muy rápido. Una chica que habla un poco de español nos acompaña en bici hasta nuestra parcela, que es la M16. La verdad es que el camino para llegar, en un momento determinado ha sido una zona un poco estrecha por donde dudábamos en pasar; Paco se ha tenido que bajar del coche para apartar unas ramas. Tiene que haber otro camino para llegar, pero eso ya lo estudiaremos otro día.

Llegamos a la parcela, que es muy amplia y verde, aunque un poco desnivelada. Habíamos reservado la parcela con los “muebles de jardín” y el frigo. Y ahí encontramos una mesa octogonal muy grande, 6 sillas, 2 sillones, 2 tumbonas y la barbacoa. Falta la nevera porque nos dice la chica que han tenido un problema y que en unos 20 minutos viene el técnico y nos la trae.

Colocamos la caravana y al enchufar la luz… no funciona. Javi y Paco van a recepción y vuelven con una chica que comprueba efectivamente que el enchufe no funciona. Viene un inglés de una parcela cercana que dice que cuando vino no pudo enchufar y entonces enchufó en otro… que resulta ser el nuestro. Además la nevera la tiene en otro enchufe. ¡Vaya jeta!
La chica nos dice que enchufemos en otro bloque y que cuando venga el técnico con el frigo, arreglará el enchufe y que entonces lo cambiemos.

Ya son las 16 h, así que comemos. Y mientras estamos con la fruta viene el técnico con el frigo. Arregla también el enchufe así que ya podemos enchufar en nuestra parcela. Pero el inglés sigue usando 2 enchufes… Vaya jeta que tiene, pero si el camping no le dice nada…

Después de comer, montamos la tienda cocina y el avance. Somos 4 y todo se hace muy rápido.

La tarde la pasamos tranquilos. Ducha, paseo… Ha parado el viento y la temperatura es agradable. Después de cenar, hacemos cuentas, descargamos fotos, escribimos diario, charlamos… y a las 23:15h nos vamos a dormir.

Lunes 27 Julio: Locronan (40,5 Km)

A la 1:40h empieza a llover. ¡No! Qué terrible sensación… Mañana comenzamos a ver cosas y la verdad es que con agua… pierde mucho y no se puede ver y disfrutar igual. Confiemos en que el agua no dure mucho.

A las 7:45h nos levantamos. Parece que llueve menos y que en el cielo vemos algún trozo azul.

Después de desayunar y arreglarnos, a las 9:43 salimos hacia Locronan, no sin antes meter los chubasqueros en el maletero. Por eso de espantar a la lluvia…

El GPS nos lleva por todo el centro de Quimper. Están desmontando tenderetes, escenarios… de un festival de música que ha habido estos días en la ciudad. Muchas calles están cortadas y el GPS tiene que recalcular varias veces. Pero al fin, a las 10:12h llegamos a Locronan, nuestra primera visita de este viaje.

Los coches no entran en Locronan (sólo los residentes), así que dejamos el coche en uno de los parking habilitados a la entrada y pagamos 3€. Nos dan una pegatina que hay que pegar en el lado derecho de la luna delantera y que vale para todo el verano…

Locronan es una pequeña ciudad construida en lo alto de la bahía de Douarnenez, que ha resistido de forma extraordinaria las inclemencias del tiempo y que todavía presenta una coherencia y una unidad arquitectónicas poco habituales.

Alrededor de la plaza principal y su viejo pozo, los palacetes y las casas de granito de los siglos XVII y XVIII dan prueba de la prosperidad del pasado de Locronan, vieja y rica ciudad de tejedores (durante los siglos XV y XVII Locronan se hizo rica gracias a la manufactura de la lona) que ahora obtiene sus recursos más importantes del turismo.

Cuando Luis XIV terminó con el monopolio bretón del comercio de la lona la ciudad decayó, pero subsiste en ella un elegante conjunto de edificios renacentistas.

Mientras nos dirigimos al centro, entramos en una tienda artesanal de ropa de muaré. Tiene unas pashminas preciosas pero son 105€. Son hechas a mano por el marido de la señora, tienen un tacto estupendo y me queda muy bonita puesta, pero es mucho dinero.

Seguimos hacia el centro y llegamos a la Plaza de la Iglesia, calificada de monumento histórico, que se ha convertido en un lugar de peregrinaje muy frecuentado y, por este motivo, en un centro comercial activo durante todo el año.

Entramos a la Iglesia de Saint Ronan, obra maestra del arte flamígero, que fue edificada entre 1420 y 1444 gracias a las donaciones de los duques de Bretaña. El duque Jean V (Juan V) quería una iglesia que pareciera una catedral. Esta es la razón por la que el porche está inspirado en uno de los portales de la catedral de Quimper (que visitaremos más adelante y podremos verificar).


Su torre de dos pisos, sin embargo, perdió su aguja, víctima de un rayo en 1808.

Tienen un folleto de la iglesia en español, cosa poco habitual, así que lo cogemos.

A la derecha, la capilla de Pénity forma junto con la iglesia un conjunto imponente pero armonioso. Esta capilla fue encargada al maestro de obra de la catedral de Quimper con el objetivo de amparar la tumba de San Ronan. Y así es. Nada más entrar encontramos la tumba del Santo Ermitaño que vino a evangelizar el país, donde están sus reliquias.

En el interior de la iglesia hay estatuas antiguas, retablos y vidrieras que son auténticas maravillas del arte religioso, como la vidriera mayor que representa la pasión de Cristo en 17 maravillosos cuadros.


Al salir de la iglesia, entramos en la tienda donde hace años compramos el licor de caramelo. Esta vez me decido por un licor de chocolate. ¿Me gustará? Seguro que sí… Compramos también unas cervezas bretonas. La elección no es fácil: hay 109 diferentes. Al final las elegimos por la etiqueta de la botella, pero seguro que están muy ricas.


Javi y yo vamos a dejar las compras al coche, para no estar cargados todo el rato. Al volver a la plaza, entramos los cuatro a la Gallette Saint-Ronan, una panadería-pastelería fundada hace más de medio siglo. Está abierta todos los días de 7.30 h a 19:30 h. Está especializada en la elaboración de pasteles bretones caseros con mantequilla fresca (far), deliciosos kouign aman… Y tienen también una zona con chocolates a peso. Qué cantidad y variedad de chocolates y bombones… Intentamos resistirnos (bueno, en realidad, no ponemos mucho empeño eh?) pero compramos chocolates (4,5€ los 100 g) y un kouign aman (7,5€ la pieza) para probarlo. Chelo compra un merengue muy grande.

Continuamos callejeando. En otra tienda vemos unas tazas, que son las aquí se utilizan para tomar la cidré. Y nosotros tomándola siempre en copas de cava… Son muy chulas y tienen una oferta de que pagas 5 y te llevas 6, así que pensamos en quedarnos 3 cada uno y así aprovechamos la oferta.

La verdad es que todos los rincones de esta ciudad invitan a perderse, a hacer fotos, a disfrutar de un viaje a otra época…


A las 13:30 h salimos de Locronan, pero pensando en volver algún otro rato pues sólo estamos a unos 20 km y ya tenemos pagado el parking.

Paramos en un Super U a hacer una pequeña compra y una vez en Quimper, empieza a llover. Parece que sólo es una nube…

Al llegar al camping, comemos. La tarde es tranquila: siesta, lectura… Y a las 18 h vamos a ver los jardines de L’Orangerie de Lanniron. Para los acampados la visita es gratuita. Aunque es en francés y no nos enteramos, podemos verlos.

Transformada en residencia palaciega en el siglo XIX, el Castel domina los jardines estilo francés creados en el siglo XVII descendiendo en terrazas sobre el Odet.


Los jardines están actualmente en rehabilitación y dotados de una notable colección botánica traída por los antepasados de los actuales propietarios, de sus largos viajes.

Las 3 terrazas de los jardines se distinguen claramente. Al este se divisa la extremidad del canal de agua y en el centro el Castel.

Al acabar la visita, en el bar nos dan un vaso de cidré y una galleta bretona. Están muy ricos y el detalle se agradece.
De vuelta a la parcela y tras darnos una ducha en los servicios que están al lado (que los han abierto hoy), nos ponemos a “trabajar”. Javi procesando fotos, Paco haciendo sudokus, Chelo traduciendo un folleto de los jardines (que he utilizado en este diario), y yo con el diario de hoy. Hay un silencio y un ambiente de trabajo que ni en muchas bibliotecas!

Cenamos y tras picotear unos dulces de postre, vemos las fotos de estos días y a las 23:15 h nos vamos a dormir.

Martes 28 Julio: Pointe du Raz (111 Km)

Nos levantamos a las 7.30 h. ha caído mucho rocío esta noche pero el cielo está despejado y parece que va a hacer un buen día.

A las 8:57 h salimos hacia Plogoff, donde se encuentra la Biscuiterie de la Pointe du Raz y donde llegamos a las 9:56 h. Es una fábrica de galettes, palets, madeleine… La Biscuiterie de la Pointe du Raz lleva fabricando desde 1936 y nos invita a descubrir su trabajo e historia a través de una exposición. El gusto inimitable de sus productos reside en el uso de técnicas tradicionales, pero sobre todo en la elección de los ingredientes. La mantequilla que utilizan es esencial para el gusto de los productos, así que seleccionan sólo la más fresca y extrafina.

Hemos podido ver cómo es la fabricación, todo el proceso desde la masa hasta las diferentes formas, horno, empaquetado… Ha sido muy interesante, la verdad.

Y como toda fábrica que se precie… tiene tienda. ¡Cómo no! La variedad de dulces es impresionante. Compramos galletas para llevar de regalo y así nos despreocupamos. También compramos un kouign amann de chocolate y nos han regalado otro natural. Aguantan de 10 a 12 días, así que tenemos para unos cuantos días.

Salimos a las 11.20 h de la Biscuiterie, y un par de minutos después llegamos al aparcamiento de la Pointe du Raz.

Situada en el extremos occidental de Europa, este peñón granítico compuesto de dos puntas rocosas (Pointe du Raz y Pointe du Van) estuvo a punto de morir por su fama. Este panorama grandioso, loado por Flaubert y Víctor Hugo desde el siglo XIX, ha sido visitado por millones de visitantes que han alterado gravemente la vegetación tradicional. Por suerte, un ambicioso programa de rehabilitación ha permitido recuperar su esplendor original.

Las construcciones han desaparecido ya y el lugar ha sido acondicionado para dar cabida a un número razonable de visitantes sin poner en peligro el entorno. Este enclave ha recibido la distinción de Grand Site de France. Ahora podemos pasear contemplando la Baie des Trépassés, antaño nefasta para los marineros debido a la terrible conjunción de arrecifes y corrientes violentas.

Al llegar al centro de interpretación vemos un documental (en francés y con subtítulos en inglés) acerca del Cabo Sizun, la Pointe du Raz y la Isla de Sein.

Después del documental, cogemos el camino de la costa para llegar a la Pointe du Raz en unos 20 minutos; bueno, algo más, porque siempre hay una vista que nos hace parar a disfrutar de una gran belleza, a hacer fotos… Y llegamos a la Pointe du Raz. Es el “último peñasco antes del océano”. Es la tierra del fin del mundo que se lanza sin remedio al océano. En el mar, vemos esa minúscula porción de tierra situada en pleno océano, la isla de Sein, una joya iluminada por faros tan famosos como el de Vieille o Ar-Men.

No nos cansamos de mirar, de disfrutar de la visión de los faros y la isla en la inmensidad. Todo nos invita a hacer una foto, sólo paisaje o con nosotros, da igual, pero queremos plasmar en una foto lo que ya está grabado en nuestra retina. Además hace un día precioso, el sol nos ilumina desde lo alto y el mar está un poco revuelto, permitiéndonos verle romper en el faro… Es difícil describirlo con palabras…


Regresamos ahora por el camino corto y en menos de 10 minutos llegamos a la zona “comercial”. Pensamos en comer allí y nos parece una buena idea, así que pedimos 3 menús de moules frites (moules frites + crepé de azúcar por 10€), 1 menú de crépes (crepe de jamón, queso y huevo + crepe de azúcar + vaso de cidré por 7,95€) y 1 litro de cidré. El sol calienta pero no en exceso, así que se agradece.

Enviamos desde aquí unas postales para aita y ama, para Teresa y Javier, y para Claudia y Elisa.

A las 15:35h regresamos al coche y tras pagar el parking (6€) regresamos al camping. Nos tomamos un café, nos ponemos los bañadores y nos vamos al centro acuático. Es un espacio de 600 m² de piscina, con toboganes, jacuzzi, río de corriente, chorros… Una gozada. Hay nubes y claros, pero la temperatura es buena y no dudamos en meternos al agua. Javi, por supuesto, baja por los toboganes. ¡Es como un niño! Paco, Chelo y yo preferimos los jacuzzi.


Chelo está helada así que tras secarnos un poco, volvemos a la parcela y nos cambiamos para acercarnos al bar, porque a partir de las 19 h tienen hoy “Fiesta española” y queremos saber qué es… En realidad son productos españoles (sangría y pinchos de chorizo) y no hay casi gente. Así que volvemos a la parcela porque esta noche nosotros también haremos nuestra fiesta española pero con jamón, lomo… españoles de verdad!

Y tras tomarnos un tentempié, nos ponemos al trabajo. Javi con las fotos, Chelo sigue con la traducción, Paco con los sudokus y yo con las cuentas y el diario.

Cenamos, vemos las fotos y vídeos (el “cine”) y a las 23:30 h nos vamos a dormir. Cuando vamos a acostarnos, oímos que empieza a llover. Recogemos la ropa. Parece que son sólo 4 gotas para asustarnos, pero por si acaso…

Miércoles 29 Julio: Quimper (6,7 Km)

Nos levantamos a las 8 h y a las 9:34 h salimos hacia Narbonne, donde llegamos apenas 10 minutos después. Buscamos el compás para la ventana de la habitación, pero nos dicen que es bajo solicitud. Confiamos en que aguante hasta que podamos llevársela a Alberto…

Pese a ello, pasamos allí casi una hora y compramos alguna cosilla.

Y nos dirigimos ahora a Quimper. Es la capital histórica de Cornouaille y se despliega con señorío a lo largo del río Odet. Todavía hoy conserva encantadoras callejuelas medievales y plácidas plazoletas que le dan un marcado carácter a la ciudad.

Dejamos el coche en un parking al lado del río Odet. Pasamos hacia la zona centro de Quimper, y lo hacemos a través de una pasarela (Passarelles), llena de flores, sobre el Odet.


Nos dirigimos primero a la Cathedrale St. Corentin, pues son las 11:15 h y según nuestra información, a las 12 h cierran.

La construcción de la Catedral comenzó en 1239 y terminó en tiempos de Napoleón III. Se lo tomaron con calma… Es una de las tres catedrales góticas más antiguas de toda Bretaña. La fachada presenta una única portada, de líneas elegantes, sobrias y equilibradas. Las torres, rectangulares, dominadas por dos magníficas agujas que se alzan hasta 76 m, se construyeron en 1856 siguiendo el modelo de la iglesia de Pont-Croix. La brisa marina se encargó de conseguir que su color enseguida se igualara al resto. Entre las agujas se alza una estatua del rey Gradlon. El trabajo de la portada muestra una notable delicadeza.


En el interior podemos vez que el coro no está en la prolongación de la nave, sino que ambos forman un ángulo de 5º. Se diseñó así para poder integrar en el coro la sepultura de Alain Canhiard, el líder de la victoria sobre los normandos en el 913. Así que aunque la nave, reconstruida en 1424, reposa sobre cimientos románicos del siglo XI, el coro ha conservado su orientación anterior. Las cúpulas del coro han tenido que ser reforzadas. En una restauración posterior se recubrió de pizarra de Finisterre, y esta restauración ha permitido devolver al conjunto su policromía ocre y roja original.


Al salir de la catedral nos dirigimos a la Rue Kéréon, que antaño se llamó Rue des Cordonniers (“zapatero”, kéréon en bretón). Magníficas casas con voladizos del siglo XVI jalonan la calle junto a fachadas con entramados de madera o cubiertas de pizarra. En la esquina de la rue des Boucheries se eleva la más hermosa de todas. .


En la Rue Kéréon, en el nº 13 encontramos una parada golosa: Macarons de Philomène. Roland Padou ha recibido el título de primer macaronier de Francia. Dicen que sus macarons son excepcionales… pero me quedo con las ganas de comprobarlo. Pregunto cuánto se mantienen y me dicen que sólo unos 4 días. Y para comer aquí la verdad es que no me decido porque ya tenemos otras cosas.

Nos dirigimos ahora al Mercado Central y Mercado de San Francisco que, situados en el centro, merecen una visita gastronómica. El mercado central presenta una estructura semejante a la de un barco invertido bajo el que se refugian bonitos puestos llenos de deliciosos productos. Verduras, marisco (mucho marisco), crepes, dulces… Compramos unos tomates cherrys rojos y amarillos (nunca hemos probado los amarillos), unas lechugas y pan. Hay también un bar español… son de Madrid…


Al salir del mercado nos dirigimos a la Place Terre au Duc y a la Place Médad, donde se alzan numerosas casas con voladizos. Entre todas conforman un atractivo panorama. La verdad es que Quimper nos muestra numerosos callejones, pasajes y placitas que nos enamoran y en los que descubrimos hermosos edificios.


En el Boulevard du Moulin, a lo largo del pequeño río Steir hay mercadillo. Lo recorremos como curiosidad.

Nos sentamos después en una terraza a tomar una cerveza, pero nos dicen que no sirven alcohol si no se come. Nos resulta una norma curiosa, pero en fin, pedimos unos refrescos.

De aquí nos vamos ya al camping a comer… y al rato empieza a llover. Parecen unas gotas pero al rato empieza a caer con fuerza.

Paco y Chelo echan una cabezada, Javi mira el catálogo de Narbonne y yo simplemente descanso.

Parece que deja de llover, así que decidimos ir al Decathlon a dar una vuelta. Y claro… terminamos comprando “cosillas”. Hemos pasado la tarde y además ha dejado de llover.

De vuelta al camping, anoto gastos y me pongo con el diario. Hay que hacerlo cada día para que no se olviden las cosas, que después nos gusta leerlo y recordar el viaje.

Tras la cena y un rato de lectura por mi parte, Javi con las fotos, Paco con los sudokus y Chelo leyendo los folletos de las visitas que hemos hecho hasta ahora, a las 23:30 h nos vamos a la cama Chelo y yo. Javi se queda un rato más con las fotos y Paco se queda a hacerle compañía.

Jueves 30 Julio

Hoy no hay prisa por levantarse pues el día queremos dedicarlo a disfrutar de las instalaciones del camping. Pero yo me despierto con una de mis migrañas y a las 8 h ya no aguanto más y tengo que levantarme. Los demás continúan en la cama. A las 9:15 h se levantan. Me tomo la segunda pastilla (la primera no me ha hecho nada) y me tumbo un rato en la cama.

Esta vez sí, la pastilla hace su efecto. Desayuno y nos vamos a hacer la colada. La lavadora es un poco cara (6€) pero es lo que hay, y es necesario poner la lavadora así que…

Después de colgar la ropa, nos vamos al Carrefour a por unas cervezas y a por pan. Vemos en la pescadería los típicos mejillones bretones, a 2’40 €/kg, y decidimos que son un buen acompañamiento para la tortilla de patata que pensábamos poner para comer.

Así que al llegar a la caravana nos poneos a hacer la comida. Bueno, en realidad es Chelo la que cocina. Y a las 15 h nos sentamos a comer nuestra comida española acompañada de los mejillones bretones. ¡Exquisito!

Después de comer y de la sobremesa (que ya es media tarde porque son las 17 h), Paco se echa una cabezada, Chelo se pone a planchar, y Javi y yo nos vamos al centro acuático. Se está de maravilla en los jacuzzis, en los chorros, en el río… Javi se tira por los toboganes (raro ¿verdad?) y aunque al salir del agua se nota algo de fresco por el viento, en cuanto te secas un poco y te sientas al sol… ¡se está de maravilla!

Nos vamos después a dar un paseo por el camping. Nos llama la atención la cantidad de acebo que hay por todas partes y lo bonito que está. Intentaremos coger un brote, a ver si conseguimos que agarre.

Javi se empeña en jugar un rato al bádminton, y hasta monta la red! Como se le meta algo en la cabeza…

La verdad es que nos echamos unas risas. Incluso se nos queda el volante encajado en un árbol! No vemos forma de recuperarla hasta que Javi lanza la raqueta y consigue que caiga.

Después de un rato yo me retiro del juego porque la espalda “se queja”, y me pongo con los gastos y el diario.

Al cabo de un rato se quedan solos Javi y Chelo. Y Chelo hasta se quita la chaqueta, lo cual es una novedad!

Finalizada la partida, cenamos, vemos fotos y a las 23:20 h nos vamos a dormir, justo cuando empiezan a caer unas gotas. ¡No hay noche que no llueva algo!

Viernes 31 Julio: Pont L’Abbé – Eckmühl (70,6 Km)

Nos levantamos a las 7:30 h. El cielo está con nubes y claros (un poco empedrado, de hecho) pero la temperatura es buena. Y a las 8:48 h arrancamos. La primera parada de hoy es Pont L’Abbé, a tan sólo 20 km, por lo que en 20 minutos llegamos.

Nos acercamos a turismo, pero está cerrado. Sólo faltan 10 minutos pero decidimos no esperar y apañarnos con el plano que tenemos.

Pont L’Abbé es la capital del “País Bigouden”. Es una ciudad dinámica y agradable. Debe su nombre al puente construido por los abades de Loctudy entre el puerto y el estanque.


La ciudad, durante mucho tiempo especializada en los bordados y la fabricación de muñecas, ahora se beneficia de importantes astilleros.

Vamos hacia el Château, el Castillo que ahora es el Ayuntamiento (Hotel de Ville). Y allí vemos también el estanque, separado del puerto por el puente.

Está llegando un circo. Llevan unos camiones enormes y buenas caravanas..

El espacio del puente, el puerto y el estanque es muy “cuco” pero Pont L’Abbé no da para más, y a las 10:16 h arrancamos hacia el Faro de Echmühl, donde llegamos a las 10:38 h (son solo 15 km). Hay cola para subir pues solo permiten un máximo de 20 personas, así que más o menos pensamos que tenemos para 1 hora… y no nos equivocamos mucho pues a las 11:45 h entramos. Son 2€ por adulto.

El Faro de Eckmühl fue construido en memoria del Mariscal Louis Nicolas Davout, Príncipe de Eckmühl.

Se encuentra en la punta de Penmarch y sus 65 metros dominan el cercano mar. Su construcción empezó en septiembre de 1893 y comenzó a funcionar 4 años después, el 17 de octubre de 1897.

La torre está construida en granito de Kersanton, sacado de una cantera cerca de Brest. Los bloques fueron transportados por mar hasta el puerto de Kérity y luego por carretas hasta la obra.

La subida es una escalera de caracol de 272 escalones. Paco y Chelo van por delante, yo a mi ritmo pasándolo mal y Javi detrás de mí. En un momento dado, tengo que parar pues estoy muy nerviosa. El hueco de la escalera me da mucho vértigo. Pero consigo llegar a la “salle d’honneur” donde se encuentra la estatua del Príncipe de Eckmühl. Desde aquí otra escalera de hierro colado permite llegar al faro. La luz está 60 metros por encima del nivel del mar y tiene un alcance de 24 millas marinas.


Tras mucho vértigo y un muy mal rato, consigo llegar y una vez arriba, disfruto de las maravillosas vistas.


Pero hay que bajar… y la bajada es peor que la subida. Uf! Las vistas eran estupendas pero no sé si me compensa pasarlo tan mal. En fin, ya pasó…

Como vamos muy bien de tiempo, pensamos que podemos acercarnos a la Pointe de la Torche, donde llegamos a las 12:59 h. Hay una bonita playa, que está con bandera roja y donde hay muchos surfistas.


Vamos andando hasta la punta y hay unas bonitas vistas. Paramos varias veces a hacer fotos porque cada rincón invita a ello.


A las 13:39 h emprendemos regreso al camping, donde llegamos a las 14:04 h tras haber hecho un total de solo 72’5 km.

Para comer preparamos unos crépes salados. ¡Están riquísimos! Hasta ahora sólo los habíamos comido dulces (con azúcar, con chocolate, con miel…) pero salados también están muy ricos.

Después de comer, Javi y yo nos acercamos al Decathlon a comprar un albornoz para Paco como regalo de cumpleaños. Y entramos también en una tienda de plantas que está al lado, para ver si tienen acebos. Y tienen sí… pero muy grandes. Nos dicen que uno de 50 cm. alcanza 2 metros! Nuestro gozo en un pozo… Pero a Javi le apetece comprar una planta para alegrar el avance, así que compramos un mini cyclamen con unas flores moradas muy chulas. A ver si aguanta.

De regreso a la caravana, Javi, Paco y Chelo juegan a la petanca mientras yo anoto gastos y escribo el diario. Paco gana la partida de petanca, aunque Javi y Chelo no están muy conformes.

Tras la partida, Chelo y yo nos vamos a coger unos brotes de acebo. Es un rincón donde no nos ve nadie y podemos cogerlos sin problemas. Además hay brotes pequeñitos que pensamos será más fácil que agarren. Cogemos también la tierra por si acaso la tierra bretona ayude a que agarre. Lo plantamos en nuestras macetas con mucha ilusión.

Tras la cena, vemos la cena y la verdad es que ya nos entra el sueño así que a las 23:10 h nos vamos a dormir. Para no perder las “buenas” costumbres… empieza a llover. Confiamos en que sean cuatro gotas…

Sábado 1 Agosto: Concarneau (51,5 Km)

A eso de las 5 de la mañana ha empezado a llover y a las 7:30 h cuando nos levantamos… continúa lloviendo. Pese a ello, mantenemos el programa del día y a las 9 h salimos hacia Concarneau provistos de chubasqueros y paraguas.

Concarneau es la ciudad amurallada más bonita del sur de Bretaña. Su arquitectura, su puerto pesquero industrial y su cornisa golpeada por las olas convierten a Concarneau en una de las ciudades más atractivas del litoral bretón. Situada en el fondo de una protegida bahía, hoy es el tercer puerto francés en cuanto a las aportaciones de pescado fresco y el primero en cuanto a las del atún tropical, con todas las actividades derivadas, industrias conserveras a la cabeza. La lonja tiene por sí sola una superficie de 14.000 m².

Construida a partir del siglo XIV sobre un islote rocoso, la Ville Close (Ciudad Amurallada), anclada entre el puerto de pesca y el puerto deportivo, es la cuna de esta ciudad de 20.000 habitantes.

Aparcamos en la Avda. Pierre Guéguin, frente a Turismo. La máquina de ORA/OTA está cancelada pero entramos a turismo y nos dicen que es de pago, así que vamos a otra máquina y sacamos el ticket para 2 horas y media. Con el agua que cae, creemos que es suficiente.

Tras atravesar el único puente que lleva al abrigo de las fortificaciones, las calles comerciales, plazas y jardines invitarían al paseo si no fuese por la lluvia. Pese a todo, las antiguas residencias, las casas con entramado de madera, las fachadas y los frontones de granito despiertan nuestra curiosidad.


Este pequeño islote rodeado de murallas es una verdadera maravilla donde se suceden callejuelas empedradas y plazuelas que el tiempo parece haber fijado.

El mal tiempo hace que apenas haya gente visitando la Ville Close y podamos, pese a la incomodidad de la lluvia, disfrutarlo y hacer fotos sin gente.



Hay muchas tiendas de ropa marinera precosa, de muy buena calidad y buen precio, pero nos apetece mucho más, aunque sea típico y tópico, algo más turístico que ponga Bretaña o el lugar visitado. ¡Qué le vamos a hacer! ¡Somos turistas!

Cuando ya nos dirigimos a la salida, Javi dice que quiere comprar un Kouign Amman de manzana que hemos probado antes y que nos ha gustado mucho. Así que… media vuelta… y al final compramos uno nosotros y otro Paco y Chelo.

Cuando vamos a salir de la Ville Close, vemos que se pueden visitar las murallas. No se sube por donde lo hicimos nosotros hace 7 años, sino que en la Tour du Gouverneur, a la derecha nada más entrar, han habilitado una subida. Y además ahora es gratuito. Apetece poco subir, pues no deja de llover, pero hay que hacerlo porque no será fácil que volvamos a Concarneau. Y además si volvemos, ¿quién nos asegura que en esa próxima visita no lloverá? Así que… allá vamos! Lo que sería un agradable paseo, se convierte en una “pesadilla” pues a ratos llueve muy fuerte y además está todo lleno de charcos. Vamos más pendientes de no meternos en un charco que de las vistas que tenemos (y eso que las vistas son pocas porque las nubes están muy bajas). Pero en fin, hemos subido a las murallas.


En contraste con las callejuelas adoquinadas de la Ville Close, las amplias plazas que están junto al muelle Pénérof favorecen el espectáculo marítimo.

La idea de tomar una cerveza sentados en una terraza en alguno de los cafés… debemos desecharla. Estamos empapados y solo queremos llegar a la caravana.

Salimos de Concarneau a las 12:35 h y continúa lloviendo. Pena de día, con lo bonito que es y lo que debe lucir con sol (o al menos sin agua).

Hacemos una parada en un Leclerc y a las 13:50 h llegamos al camping. Los vecinos ingleses ya se han ido. Han dejado una silla apoyada en un árbol. Suponemos que estará rota… pero me acerco a mirarla por si acaso… y está nueva. Se les debe de haber olvidado. Pues nada, la meto en el avance, la seco y ya tenemos una silla nueva. Además no pesa nada. ¡Podían haber dejado dos!

Preparamos unos macarrones con tomate para comer, que hoy apetece comer caliente. Y después de comer, todos “pierden el sentido”, menos yo que dedico este rato de tranquilidad a dejar plasmado el diario de hoy. ¡Ah! Y ya hace un rato que ha dejado de llover, aunque hay mucha humedad en el ambiente.

Javi se despierta pronto. Nos vamos a la tienda a preguntar por las monedas de 2€. Tienen la de Alemania del 2008. Se la cambio. Esta es para ama porque Paco y yo ya la tenemos.

Al volver a la parcela, la medimos: 15x9… nada menos que 135 m². En España sacan 2 parcelas de ésta…

Cuando Paco y Chelo se levantan de la siesta, vamos al Decathlon a comprar un chubasquero para Paco porque el suyo le ha calado. Aprovechamos y compramos también uno para Javi porque el que tiene no está “muy allá”, es muy fino. Chelo también se compra otro.

De vuelta a la parcela, Javi se pone con las fotos. La cámara de vídeo nos da un mensaje de humedad y nos dice que apaguemos la cámara 1 hora. Así lo hacemos pero además ponemos el calefactor para que haya más calor.

Cuando la volvemos a encender, ya va bien. Menos mal. Por un momento pensé que nos quedábamos sin cámara de vídeo.

Tras la cena, Javi continúa con las fotos, Chelo empieza a leer el libro que había traído Javi (y que no va a leer porque no le da tiempo con las fotos), Paco se pone con los sudokus y yo con los gastos y los diarios. Y a las 23:30 h nos metemos en la cama.

Domingo 2 Agosto: Locronan (40,5 Km)

Hoy no tenemos prisa. Nos hemos planteado el día como descanso así que nos levantamos a las 8:30 h. Y a las 10 h salimos hacia Locronan. Es un sitio que nos encanta y que no nos cansamos de admirar. Además ya tenemos pagado el parking.

Y entramos de nuevo en Locronan. No hay mucha gente, así que tenemos la oportunidad de disfrutarlo con calma, de hacer fotos…

Compramos un far bretón. Es un postre, no sabemos de qué, pero hay que probarlo. Al salir de la pastelería, llueve un poco. Volvemos al coche a por los chubasqueros y dejamos el pan y el far. Y no falla… ya que nos hemos puesto los chubasqueros… ¡no vuelve a llover!

Seguimos paseando y disfrutando de este bello pueblo en el que parece que te has trasladado a otra época…


Nos encontramos a un señor de Pamplona. Es raro oír hablar español por aquí. Caso todo es francés e inglés.

Tras comprar unas cervezas bretonas para llevar a casa, volvemos al camping. Tenemos la comida medio preparada, porque hemos dejado cocidas las patatas y los huevos para la ensalada, así que preparamos rápido la comida. Hoy vamos a comer a una hora “decente”; a las 13:50 h empezamos a comer…

Después de comer, empezamos a recoger la cocina y a colocar las compras. Al terminar, Paco y yo vamos al bar a ver si tienen monedas. La chica del bar me dice que es la primera vez que le preguntan por monedas; le explico que las coleccionamos desde que entró el euro y que cada año salen conmemorativas en los países.

Mira en la caja y tiene una moneda de las conmemorativas del euro de este año de Francia. ¡Genial!

Vamos ahora al supermercado, donde una chica muy amable también, rebusca entre todas las monedas y tiene otra, para Paco.

En los próximos camping preguntaré todos los días, a ver si conseguimos más…

Cenamos pronto (a las 21 h), para cargar el coche y desmontar el avance (laterales y frontal); Así solo nos quedan los palos y el techo para mañana por la mañana.

A las 22:30 h hemos terminado, así que echamos una partida a la escoba que ganamos Paco y yo por 21 a 10. ¡Vaya paliza! A Javi y a Chelo no les gusta nada. Tienen mal perder…

Y a las 23:10 h nos vamos a dormir mientras ¡cómo no!, llueve un poco…

Lunes 3 Agosto: Quimper – Plouha (150 km)

Nos levantamos a las 7 h. El cielo está con más nubes que claros, pero no amenaza lluvia. Desayunamos y terminamos de desmontar el avance, vaciar la nevera…

A las 9:20 h salimos en dirección a Plouha. El viaje es tranquilo, sin agua y sin tráfico. Al llegar a Plouha, hay que ir por todo el centro. Menos mal que habíamos estudiado el recorrido.

Aparcamos en la entrada y Paco y yo vamos a recepción. No hay nadie, pero hay un timbre fuera al que llamo y enseguida llega una señora muy agradable que nos da un plano del camping y nos indica unas cuantas parcelas para que elijamos. Nos dice que entremos andando y volvamos para decirle en cuál nos quedamos.

Tras ver varias veces las parcelas y sopesar pros y contras de cada una, nos decidimos por la parcela 19. Regresamos a decírselo. Nos da una tarjeta para abrir la barrera (que es una cadena) con un depósito de 20€.

Nos dice también que a las 19 h en la terraza hay un cocktail, o eso creemos entender porque nos resulta muy raro. Pero en fin, iremos por si acaso…

Entramos por fin al camping, nos instalamos y montamos el avance y la cocina. Hoy nos lleva más tiempo, pues la parcela está muy desnivelada. Cuando estamos montando, vienen a traernos el frigo. Como estábamos poniendo tacos en el suelo, el señor nos pregunta si queremos unos tacos para el frigo. Tras un momento de duda, le decimos que sí y vuelve con unos listones alargados que además de calzar el frigo, nos sirven para calzar el armario.


Comemos, y mientras Javi y Paco echan una cabezada, Chelo y yo nos duchamos y ponemos dos lavadoras: una de blanco y otra de color. Cuestan 3’5€ cada una, ¡casi la mitad que en el otro camping!

Mientras colgamos la ropa, Javi y Paco van a comprar pan. Y a las 19 h vamos a la terraza del Castel. Allí, los dueños del camping nos ofrecen una bebida, que es una mezcla de un licor y vino blanco, y unas patatas y unos cacahuetes. Es un detalle muy bonito de bienvenida, es como si quisieran hacerlo muy familiar. Es la bienvenida a los que hoy hemos entrado en el camping.

Tras la cena, jugamos la revancha de la partida de escoba de ayer. Esta vez ganan Javi y Chelo, 21 a 15. Pero en la segunda, volvemos a ganar Paco y yo, 21 a 9. Les hemos dejado coger confianza pero con una ya les vale. Je je je…

A las 23:30 h nos vamos a la cama.

Martes 4 Agosto: Ile de Brehat (50,3 Km)

Nos levantamos a las 8 h. Aunque el cielo está cubierto, no amenaza lluvia y la temperatura es muy agradable.

A las 9:35 h salimos del camping siguiendo las indicaciones del GPS, que nos lleva por unas carreteras estrechas y solitarias. Al fin salimos a la carretera principal y empezamos a ver carteles de Ile de Brehat, nuestro destino de hoy y donde llegamos a las 10:18 h. Tras aparcar en un parking de máximo 4 horas, ponemos 3 h 30’ porque pensamos que va a ser suficiente. Sacamos el billete del barco (8’5€ cada uno). No se puede pagar con tarjeta, así que pagamos en metálico y con las vueltas nos dan 2 monedas de 2€ conmemorativas de Francia de este año.

El viaje hasta la Ile de Brehat dura apenas 10 minutos. El barco nos deja en Port-Clos. Hay 3 embarcaderos y, dependiendo de la marea, te deja en uno o en otro. A nosotros nos deja en el embarcadero 2.
Nos vamos adentrando en la isla. A primera vista, la isla parece un jardín mediterráneo. Flores, plantas con espinas, pinos y palmeras… Los habitantes de Bréhat, duros corsarios y valientes marineros, fueron trayendo de sus periplos diferentes plantas que se aclimataron a este lugar.


El sol va abriéndose paso también entre las nubes. La temperatura es muy agradable. La isla de Bréhat da la impresión de tener un microclima. La ensenada está bien resguardada.

En realidad la Ile de Bréhat la forman dos islas unidas por un puente de 3’5 km. Nosotros vamos a ver la parte sur, no da tiempo para más. Nos dirigimos hacia la chapelle St Michel. Aunque sin ser un islote en el mar, las escaleras que hay que subir me recuerdan a Gaztelugatxe.


Desde aquí las vistas que obtenemos de la Costa de Granito Rosa y de la Pointe d’Arcouest son extraordinarias.

Nos dirigimos ahora al Moulin du Birlot, un molino de marea construido en el siglo XII, que aunque ya no está operativo, nos ofrece bonitas vistas. Y claro, no paramos de hacer fotos porque queremos plasmar tanta belleza y poder disfrutarlo cuando las veamos ya en casa.
Emprendemos camino de vuelta hacia el embarcadero. Nos despistamos un poco y tenemos que retroceder. Es un poco laberinto… Llegamos a las 12:30 h al embarcadero 3, y nos dicen que no hay barco de vuelta hasta las 14 h. Nosotros pensábamos que era a las 12:30 h y habíamos ido deprisa para llegar. Además el parking lo pusimos hasta las 13:52 h. Bueno, confiamos en que no nos multen.

Regresamos a Port Clos y nos sentamos en una terraza a tomar una cerveza. 4 cervezas… y 14 €. No está mal eh? Además son cañas normales, nada de jarras como en Alemania o Suiza. Pero en fin, se paga el sitio y las vistas, que son excepcionales.
A las 13:30 h nos dirigimos de nuevo al embarcadero y ahora sí, cogemos el barco a las 14 h. Al llegar al coche comprobamos que no nos han multado. Menos mal. Pero queremos echar un vistazo en las tiendas, así que ponemos otra media hora.

A las 14:34 h salimos de Arcouest, encantados con la visita a Bréhat, porque realmente ha sido muy agradable. Íbamos con dudas pero ha merecido la pena.

En apenas media hora estamos de nuevo en la parcela. Tras la comida, Paco y Javi echan una cabezada, Chelo lee los folletos de hoy y yo empiezo con el diario…

Por la tarde nos vamos al Carrefour a hacer una pequeña compra. Nos acercamos después al pueblo de Pludual donde según un cartel, hay un mercado de verano de 18 a 20 h. Es un mercado pequeño, con un puesto de plantas, otro de miel, otro de cidré, otro de crépes, de pan… Son personas del pueblo que venden sus productos.

Como hemos terminado pronto en el mercado, nos acercamos a ver la Chapelle de Kermaria, en Plouha, una iglesia construida entre los siglos XII y XVIII, con pinturas de diferentes personas y la muerte, una persona y la muerte, otra persona y la muerte… indicando que a todas las personas, independientemente de su clase social, les espera la muerte.


Es un sitio interesante. Además tienen la información en español, lo que se agradece.

De regreso al camping, las tareas habituales: duchas, fotos, cuentas, diario… Tras la cena, vemos las fotos. Decidimos que si mañana por la tarde hace bueno, iremos a la playa de Plouha. Y a las 23:30 h nos vamos a dormir.

Miércoles 5 Agosto: Lannion (114,3 Km)

Nos levantamos a las 7:30 h. El cielo está cubierto pero no llueve. Confiamos en que despeje a lo largo del día.

A las 9 h salimos del camping. Nos dirigimos a Lannion. En bretón “lann” significa “comunidad religiosa”, “monasterio”. Y Ion era un monje galo exiliado a estas costas. La combinación de ambos dio lugar a una de las ciudades más encantadoras de Bretaña, con sus viejas casas de entramados.

A la altura de Guingamp hay mucha niebla, pero poco después levanta. ¡Menos mal!

A las 10 h llegamos a Lannion. Dejamos el coche en el parking que hay al lado de Información de Turismo, que resulta que hoy es gratuito. Hemos tenido suerte.

En Turismo hay una chica que habla algo de español y nos indica qué podemos ver. Existen 3 circuitos para descubrir la ciudad. Decidimos ir hasta la Iglesia de Brélévenez, y después realizar el recorrido del casco antiguo y el que recorre el río.

Cuando vamos hacia la iglesia, paramos a ver el plano para confirmar que vamos bien, y sin más ni más una señora muy amable nos pregunta que si puede ayudarnos y que dónde queremos ir. Se lo decimos y nos confirma por dónde debemos ir. ¡Qué simpática!

Tras subir 139 escaleras llegamos a la Iglesia de Brélévenez. Es bonita y muy original. Cuando ya vamos a salir, Chelo se acerca a una de las guías (que se llama Noelle) que resulta que habla algo de español. Dice que lo estudia durante el año, pero que vienen pocos españoles y no lo puede practicar. Así que nos coge por banda y nos enseña la iglesia. Aunque nos supone verla de nuevo, la explicación viene muy bien. Aunque no sé si nos viene mejor a nosotros porque nos enteramos de las cosas, o a ella que practica español…

Se cree que la iglesia fue construida por los Templarios o por alguna otra orden militar como los Trinitarios. Y se piensa así por 2 piedras tumbales que se han encontrado.

La nave está cubierta de una bóveda de madera reconstruida hace poco. El granito es muy caro y por eso se hizo de madera.


La capilla del sur está dedicada a la Trinidad y construida entre los siglos XII y XIV. El retablo de madera es del siglo XVII y fue donado por la asociación de tejedores. En esta capilla hay una maqueta de un barco, como ofrenda de los marineros.

Nos resulta curiosa la explicación de la pila de agua bendita que es una antigua medida de trigo, que correspondía al celemín de trigo en Lannion, el uso del cual era para pagar las rentas y se encontraba fuera de la iglesia o en el Castillo del Cruguil.

El altar mayor es de estilo barroco y hay una imagen de la Virgen de las Nieves, lo cual llama la atención porque aquí llover sí, pero lo que es nevar… nada de nada.

Nos dirigimos después hacia el casco antiguo de Lannion. Nada más entrar en sus calles, encontramos una óptica donde entramos para arreglar las gafas de Paco. Nos atiende muy amablemente y además no les cobra.

Las tiendas de la ciudad han sacado los productos a la calle. Es como el fin de temporada, para quitar todo lo de verano y poner ya lo de invierno. Es como un gran mercadillo.

Nos tomamos una cerveza en un bar, al otro lado del río. Nos parece un bar muy típico, “de pueblo”; de hecho, hay varios “parroquianos” tomando una cerveza o un aperitivo.

Después recorremos la ribera del río buscando el Parc de St. Anne. Lo encontramos al final del camino porque nos hemos pasado la otra entrada. Pero bueno, tampoco es que sean unos jardines espectaculares…

Tras el paseo y antes de volver a casa, no puedo resistir acercarme a una tienda de lencería, que tiene las cosas en la calle, como las demás. Y me compro un conjunto de lencería precioso. Ya puedo decir que tengo “lencería francesa”, con lo famosa que es la lencería francesa…

Y ya nos vamos hacia el camping. El sol que había en Lannion, va desapareciendo y el cielo se oscurece cada vez más… hasta el punto de empezar a llover! Nos quedamos “aplatanados” porque teníamos ilusión por ir a la playa…

Preparamos la comida, tras la cual me pongo con el diario mientras los demás echan la cabezada…

Oímos música fuera del camping y como habíamos visto que hoy en La Trinité (el barrio donde está el camping) había Fest-Noz (que no sabemos lo que es)… nos acercamos siguiendo la música (como los ratones con el flautista de Hamelin), a ver si nos enteramos de algo. Y así, siguiendo la música, encontramos una ermita que están restaurando. Alrededor de la ermita han montado un escenario, bancos y mesas, “bar” para bebida y comida… y un parking enorme. Parece que esperan a mucha gente. Hay un cartel que indica que la entrada cuesta 5€ y que es para la restauración de la ermita. Pues ya nos hemos enterado…


Al volver al camping, damos una vuelta por una zona que no habíamos visto todavía. Hay una puerta que da a la carretera y un cartel que indica Plage 1000 m… Como hace buena temperatura, nos animamos a acercarnos, aunque sea para verla. Es una cala pequeña, de piedras, y hay gente bañándose.

Hay bonitas vistas. Menos mal que hemos llevado la cámara pequeña. Hacemos alguna foto

La vuelta, a pesar de la subida, se nos hace más corta. De regreso al camping, antes de ir a la parcela, vemos unas ruinas en el camping. Son bonitas y sobre todo, muy curiosas.

De regreso a la parcela, lo de siempre: ducha, fotos, sudokus… hasta la hora de la cena.

Tenemos música ambiental de la Fest-Noz. Es música tipo celta…Vemos las fotos y a las 23:30 h nos vamos a dormir.

Jueves 6 Agosto: Ploumanach (108,1 Km)

La música ha durado hasta tarde. La última vez que miré la hora era la 1:30 h y seguía… Para que luego digan que los franceses se retiran pronto…

A las 7:45 h nos levantamos. El cielo está cubierto, así que decidimos ir hoy a Ploumanach y mañana descansar, confiando en que haga bueno y podamos ir a la playa. Así que a las 9:30 h salimos hacia el Faro de Ploumanach. El GPS nos lleva por unas carreteras que son más bien caminos asfaltados. Eso sí, tráfico, lo que se dice tráfico… no hay; a lo sumo algún tractor… Y en la localidad de Perros-Guirec nos vuelve un poco locos pero finalmente enfilamos bien, empezamos a ver los carteles y ahora sí, el GPS nos lleva como un campeón, hasta el parking.

La costa de granito rosa impresiona. Rocas grandes, enormes, con formas que con un poco de imaginación recuerdan una cara, un objeto o lo que cada uno quiera… con un color rosado que nos llama la atención. Todo invita a hacer fotos…


Bordeando la costa por el sendero GR34, vamos hasta Ploumanach pueblo, disfrutando del paisaje, parando en cada rincón a hacer fotos. El pueblo es muy turístico, sobre todo tiene tiendas y restaurantes. En una tienda encontramos unas casitas que nos gustan mucho para el belén. Van a quedar muy chulas. Y además, siempre nos recordarán a Bretaña, esta tierra que tanto nos gusta…

Da pena marchar, pero a las 13:09 h salimos del parking. Paramos en un Intermarché a comprar pan y a las 14:23 h estamos ya en la caravana.

La comida de hoy es un poco improvisada. Paco, Chelo y Javi toman un puré que compró Chelo el otro día. Dicen que para entrar en calor… ¡Frioleros! Y después comen una ensalada. Yo prefiero prepararme un bocata con tomate, queso, anchoas y jamón que me sabe muy muy rico.

Cuando estamos tomando el café, empieza a llover. Lo hace con tal fuerza que entra agua en el avance, a causa del desnivel que tiene la parcela. Como hace tan malo, nos echamos un rato a la cama, incluso yo me meto en la cama de la desesperación por el mal tiempo…

No deja de llover y estamos un poco “aplatanados”. Con la ilusión que nos hacía ir a la playa…

Nos vamos al Carrefour a por leche, mejillones, coca-cola… Y sigue lloviendo…

Al volver al camping, el avance está lleno de agua. Vamos a una zona detrás de recepción donde tenían material de obra. Tienen un poco de gravilla así que Javi y Paco cogen un poco para poner en el charco de la cocina. En el avance hemos puesto un trozo de suelo y podemos apañarnos.

Al fin parece que deja de llover. Y a las 20:30 h, Javi yo nos vamos a la piscina. Dicen que el agua la calientan con placas solares. La verdad es que está buena. Se ve salir vapor así que algo deben hacerle…

Paco y Chelo nos dicen que estamos locos y que somos unos inconscientes… pero el agua está estupenda. Al salir sí que se nota frío, pero es por la diferencia de temperatura.

Después de nuestro baño, cenamos y nos ponemos a la tarea de todos los días: fotos, cuentas, diario… Y a las 23:30 h nos vamos a dormir. No ha vuelto a llover. Pensamos que “después de la tempestad viene la calma” y confiamos en que mañana haga bueno…

Viernes 7 Agosto

Hoy no hay prisa por levantarse pero a las 7:30 h estamos todos despiertos. Chelo se va a la ducha y los demás nos quedamos un rato más en la cama hasta las 8:30 h. El cielo está despejado y el sol parece que hoy sí nos quiere acompañar. Después del desayuno, aprovechamos el buen tiempo y ponemos una lavadora.

Nos acercamos después a Lanvollon. Hoy hay mercado y vamos confiando en encontrar a la señora de la cidré que compramos en el mercado de Pludual… pero nuestro gozo en un pozo. No está…

Compramos el pan y unos Kouign Amann individuales para postre. Nos dicen que hay que calentarlos pero como no podemos, pues los comeremos a temperatura ambiente.

Vemos la iglesia, que es bonita. Tiene unos retablos espectaculares. Menos mal que hemos llevado la cámara pequeña…De vuelta, paramos también en Plouha. Todavía no habíamos visitado el pueblo donde estamos alojados. La iglesia es muy grande para lo pequeño que es el pueblo.

Todas las tiendas están cerradas; tienen unos horarios muy extraños para nosotros.

Al llegar a la parcela, preparamos la comida. Hoy comemos los mejillones y unas patatas fritas con huevos. ¡Riquísimo!

Por la tarde… siesta, recoger la cocina, cargar el coche, ver fotos, pagar… Y tras la cena, desmontamos los laterales y el frontal del avance.

A las 22:45 h nos vamos a la cama.

Sábado 8 Agosto: Plouha – Epiniac (130 km)

El despertador estaba puesto a las 8 h pero a las 7:30 h, Javi y yo ya no podemos estar más en la cama y nos levantamos. Vamos poniendo el enganche, los espejos, preparando la nevera rígida… A las 8 h se levantan Paco y Chelo, desayunamos, desmontamos el avance, recogemos mesas y sillas… y a las 10:35 h salimos.

El tráfico es denso pero vamos tranquilos, hasta que a la altura de Dinan nos encontramos un atasco de unos 6 km. Es debido a un tramo de carretera que deja de ser autovía y pasa a ser de doble sentido. Pues tienen un problema porque tiene pinta de que siempre se monta ese atasco…

Finalmente, a las 13:05 llegamos al camping. Nos atiende Stephanie, que habla perfectamente castellano. Ya teníamos hecha la reserva. Nos han asignado la parcela DL02, al lado del lago y del campo de críquet. Es una parcela muy grande y en una zona muy tranquila. La otra vez que estuvimos en este camping, estas parcelas nos llamaron la atención y pensamos que qué bien estaban ahí… Pues mira por dónde, ahora vamos a estar nosotros…

Stephanie nos informa también de que podemos ir a comer a Ploubàlay, que hay buen marisco y a buen precio. No recuerda el nombre del restaurante pero nos indica dónde está y dice que no tiene pérdida. Tomamos nota…

Llegamos sin problemas a la parcela. Nos instalamos y después de la comida, mientras Paco echa la siesta, Javi y yo montamos los laterales y el frontal del avance. Javi está empeñado en que quede no bien… sino perfecto! Y lo ajusta y lo ajusta… hasta que por fin, se da por satisfecho. Dice que estamos en una parcela “de exposición”, donde el avance puede lucir de verdad… Para ser justos, hay que reconocer que le ha quedado perfecto…

Nos damos después un paseo por el camping, visitando parte de las instalaciones y, sobre todo, viendo la nueva piscina, el espacio acualúdico cubierto. Tiene muy buena pinta. Y dado el clima que suele haber en Bretaña, es un acierto tener una piscina cubierta.

Nos tomamos una cerveza en el bar. Están todos los ingleses viendo un partido de fútbol. Vaya jaleo con las teles… pero se está a gusto.

Como hace buen tiempo, decidimos quedarnos mañana en el camping y disfrutar de las piscinas. Además así tal vez evitemos el atasco de Dinan que era la visita prevista para mañana.

Tras la cena, echamos una partida a la escoba. Esta vez hombres contra mujeres. Nos ganan ellos pero es que tienen mucha suerte…

Y a las 23:30 h nos vamos a dormir.

Domingo 9 Agosto

Hoy no hay prisa, pero a las 7:45 h ya no aguanto más en la cama así que me levanto. El cielo está raso. ¡Qué alegría ver el cielo azul y notar el calor del sol! Además hay mucho silencio, se respira paz y me siento muy tranquila.

Cuando se levantan los demás, desayunamos y nos vamos a la piscina nueva. Vamos primero al jacuzzi de camas. Nos hacemos fotos en todos los sitios. Javi baja por el tobogán. ¡Cómo no! Y ahí le dejamos, disfrutando como un niño, mientras nosotros nos vamos a las tumbonas a tomar el sol. La temperatura es estupenda y se está de maravilla.


Ponen también la piscina de olas. ¡Y ahí aparece Javi! Cómo le gustan estas cosas… y cómo disfruto viéndole. Es como un niño… y me encanta. El agua aquí ya no está caliente, pero no está fría.

La piscina se va llenando. Pensamos que los ingleses se irán a comer… pero estamos equivocados. Llegamos a la conclusión de que han desayunado tarde y fuerte, y ya aguantan hasta la cena (merienda para nosotros por la hora a la que lo hacen) porque nosotros nos vamos a las 13:20 h y allí no se mueve nadie! Es más, están como buitres a la búsqueda de las tumbonas, esperando a que alguien se vaya para cogerla… Es que están muy solicitadas…

Cuando estamos friendo las patatas, nos quedamos sin luz. Debe haber saltado porque nos hayamos pasado de potencia. Y es que sólo nos dan 6 amperios y con la nevera…

Cambiamos a otro enchufe y podemos continuar. La nevera vuelve a funcionar pero de pronto, deja de hacerlo. ¡Qué contratiempo! Luego pensaremos en ello.

Terminamos de comer. Javi y Paco se echan la siesta, Chelo se queda leyendo y yo me pongo a tomar el sol, que hace estupendo.

Nos vamos después a pasear por el camping, siguiendo el itinerario que marcaban en el mapa. No sé cuánto andamos pero el recorrido es curioso. A veces por caminos buenos y otras veces por caminos… menos buenos, con barro, charcos… Así llegamos hasta las casas altas de los árboles, donde hay que llegar por escalas, pasarelas, tirolina… ¡Uf! Sólo para aventureros. Y encima son muy sombrías. ¡Con lo que a mí me gusta tomar el sol!



Cenamos un poco y a las 23 h nos vamos a la cama. Mañana toca madrugar…

Lunes 10 Agosto: Mont Saint Michel (74 Km + 74 Km)

A las 7 h todos levantados. Hay que agilizar para salir pronto y llegar lo antes posible a Mont St. Michel. Conseguimos salir a las 8 h. La visión según nos vamos acercando por la carretera es, como siempre, espectacular. Y sólo 40 minutos después de haber salido del camping, estamos aparcando tras pagar los 4€ correspondientes para todo el día.

El dique, de 2 km, que desde 1879 une el monte al continente, desemboca en la puerta du Roy, empleada cuando hay mareas vivas. Una pasarela de madera conduce hasta la puerta de l’Avancée, la única abierta en las murallas.


Así entramos en la Grand-Rue, que tomaban antaño los peregrinos y que sube hacia el peñasco flanqueada por hoteles, restaurantes y tiendas de recuerdos. Pero si nos olvidamos de todos esos puestos de baratijas “made in China” y le echamos imaginación, parece que retrocedemos en el tiempo. Varias casas antiguas, características de la arquitectura civil medieval, ayudan a construir un decorado apropiado.

Y así llegamos a la abadía, bueno, a la cola para entrar porque pese a lo temprano de la hora hay una cola considerable.

Como en toda leyenda que se precie, la historia del Mont St. Michel comienza con una aparición: la del arcángel San Miguel ante Aubert, obispo de Arranches, para ordenarle la construcción de un oratorio sobre el monte Tombe. Al parecer, en un principio Aubert no creyó en la aparición, pero el santo volvió a aparecérsele en sueños para ordenarle de nuevo que construyera el oratorio. El arcángel le indicó también la ubicación de una fuente para que pudiesen instalarse los primeros religiosos.

Como consecuencia de un acontecimiento geológico (tal vez un maremoto), las tierras de los alrededores se hundieron y el monte quedó aislado en medio de las aguas del mar. Pese a todo, los peregrinos siguieron acudiendo y la modesta capilla se amplió una y otra vez hasta convertirse, después de la Guerra de los Cien Años, en una magnífica abadía. Su construcción fue obra de unos monjes benedictinos llegados de Saint-Wandrille y que resultaron ser unos magníficos maestros de obras además de sorprendentes ingenieros. Los bloques de granito empleados llegaron por barco desde las islas Chausey, a 40 km, y se elevaron a la cumbre del monte después de haber sido talladas.

Estratégicamente situado en la frontera entre Normandía y Bretaña, el Mont St. Michel, del humilde oratorio que fue en el siglo VIII, se convirtió en un monasterio benedictino cuya mayor influencia se produjo en los siglos XII y XIII. Conocidos como miquelots, los peregrinos viajaban desde lejos para rendir culto a San Miguel. Tras la Revolución, la abadía fue convertida en prisión en 1789; en 1874 se declara Monumento Nacional. En 1897 se añaden el campanario, la aguja y la estatua de San Miguel, y en 1969 los monjes vuelven a ocuparla.

Tras pagar la correspondiente entrada de 8’5 € por adulto, entramos en la abadía. Paco y Chelo cogen audioguía (4€ por 1 audioguía y 6€ por 2, así que cogen uno cada uno). El horario de visita entre mayo y agosto es de 9 a 19 h.

Todos los días (excepto los lunes y durante la ausencia de la comunidad religiosa) se celebra misa a las 12:15 h. Para asistir hay que presentarse a las 12 h delante de la entrada de la abadía. Pero hoy es lunes así que…

Los tres niveles de la abadía reflejan la jerarquía monástica. Los frailes vivían en el nivel más alto, en un mundo cerrado entre la iglesia, el claustro y el refectorio. El abad recibía a sus nobles invitados en el nivel medio. Y los soldados y peregrinos de la escala social más baja eran recibidos en el nivel inferior.

Tras atravesar la sala de los guardias, entrada fortificada de la abadía, subimos la escalera del Grand Degré hasta la terraza de Sant-Gaultier. Y así llegamos a la terraza del oeste desde donde podemos apreciar una vista general sobre la bahía. Esta terraza nos ofrece también un punto de mira único sobre la aguja del campanario, erigida en 1897 y rematada por la estatua de cobre dorado de San Miguel.

Pensábamos poder ver la marea desde esta terraza, pero ha subido ya mucho y como hoy la marea no es muy fuerte, no se aprecia bien. Así que entramos directamente en la iglesia abacial. Cuesta bastante no sentir un cierto sobrecogimiento al entrar en la gran nave, que se alza como una oración con sus arcos pétreos inundados de luz.
La construcción de la iglesia en sí misma es toda una proeza técnica, ya que en gran parte reposa sobre una plataforma artificial de 80 metros de largo, en equilibrio, en la cumbre de un peñasco, a 80 metros sobre el mar. Por razones estéticas, quienes se encargaron de su construcción quisieron dar a la iglesia la misma longitud que la altura del peñasco, es decir, 80 metros, y para ello necesitaron construir complejas infraestructuras.
El coro románico se hundió en 1421, y el actual es uno de los mejores ejemplos de la arquitectura gótica-flamígera.

La estructura de la nave está cubierta por una bóveda recubierta de láminas de madera.

Continuamos la visita por el claustro, que era un lugar de oración y meditación. Suspendido entre el cielo y el mar, el claustro es como un balcón que se abre sobre el infinito. Como todos sus muros están en voladizo, resultaba indispensable construir algo ligero, lo que explica la disposición en tresbolillo de las 137 columnillas.


 Por el Claustro entremos en la Maravilla, o lo que es lo mismo, en el conjunto de 6 salas repartidas en 3 pisos cuya construcción se inició en 1211 y concluyó 17 años después.

El refectorio sorprende por su desmesura y más bien parece una iglesia, con su bóveda de cañón. Claro que no deja de tener su lógica, puesto que las comidas de los monjes eran como misas. Los religiosos tomaban en silencio su comida al tiempo que escuchaban una lectura de los textos sagrados.

Pese a la solidez de los muros, se capta el máximo de luz. Esto tiene un significado simbólico: se encierran pero dejan pasar la luz.

Por una escalera se accede a la sala de los huéspedes, justo debajo del refectorio, que estaba destinada a recibir a reyes y nobles. Ha perdido su color, pero conserva su majestuosa y elegante arquitectura. Llaman la atención dos gigantescas chimeneas en las que podían asarse varios corderos a la vez, y donde la foto es obligada.

La visita continúa por la cripta de gruesos pilares cuya función era sostener el coro gótico de la iglesia abacial. Los pilares son enormes, llaman mucho la atención.
Desde la cripta de San Martín llegamos a través de un pequeño pasaje al montacargas, que funcionaba impulsado por prisioneros. Este montacargas es original, con su rueda, en la que cabían hasta 6 hombres. Prisioneros, porque el monte también fue una prisión.

Luis XI, que visitó el lugar tres veces en peregrinación, instaló en él una cárcel. En el siglo XVIII el Mont-Saint-Michel recibió a los prisioneros políticos que llegaban con sus penas consignadas en cartas cerradas. Posteriormente fue transformado en correccional y en él ingresaron hasta 500 presos comunes. Al final, Napoleón III decidió suprimir la penitenciaría en 1863.
La visita termina en la bodega y la capellanía, destinada a los peregrinos de condición más modesta y que en la actualidad alberga la librería.

Y así salimos al exterior, donde podemos disfrutar de las maravillosas vistas de la bahía.

Queríamos dar un paseo por las murallas, pero hay demasiada gente por todos lados y como todos las hemos recorrido en otra ocasión… decidimos bajar por la Grand-rue para ver alguna tienda y después volver al camping. Y así lo hacemos, aunque hacemos una parada al salir del dique para hacer fotos sin gente y sin coches, y con el imponente Mont-Saint-Michel de fondo. Y es que no nos cansamos de hacer fotos. Por más veces que vengamos, por más fotos que hagamos… siempre hay algo que nos impulsa a hacer otra foto, y otra, y otra… Y es que es un sitio que tiene “magia”…

De regreso al camping, preparamos la comida mientras descargamos las más de 200 fotos que hemos hecho esta mañana y cargamos de nuevo las baterías… porque esta noche pensamos volver al Mont-Saint-Michel…

Después de comer, la consabida siesta de Javi y Paco, a los que hoy se une también Chelo. Yo me quedo escribiendo el diario, tratando de expresar con palabras lo vivido hoy… pero no puedo, me faltan palabras. Pese a la aglomeración de gente, que nos ha defraudado mucho, Mont-Saint-Michel tiene algo que nos encandila y nos enamora…

Se levanta algo de viento y nos tira los palos de la cocina. ¡Vaya despertar brusco que han tenido los de la siesta! Incluso chispea un poco… A ver si no se nos chafa el plan de esta tarde-noche…

A las 19 h salimos de nuevo hacia Mont-Saint-Michel, tras haber preparado unos bocadillos para la cena. Tenemos mucho tráfico de frente. ¡A ver si se han ido todos ya! Aparcamos sin problemas. Empieza a chispear y como aún no hemos entrado en el Monte, volvemos a por los chubasqueros. ¿Y qué pasa entonces?... ¡Pues que deja de llover! No falla…

Subimos a la muralla y la vamos recorriendo tranquilamente. Hay poca gente y casi todos somos españoles. Llegamos a la última torre y ahí nos quedamos para ver subir un poco la marea. No tenemos intenciones de quedarnos a ver toda la subida puesto que los cuatro lo hemos podido ver otras veces y con mareas más fuertes. Pero al final, como siempre, el espectáculo nos admira tanto que prácticamente nos quedamos hasta el final. Es impresionante la velocidad a la que sube la marea, cómo va inundando todo…
Nos metemos ahora por las calles del Monte, que ya empiezan a estar iluminadas, al igual que la abadía. Los muros de la iglesia abacial, iluminados, surgen al anochecer como una armadura de piedra, mientras la silueta del arcángel se alza en medio de las estrellas con sus alas doradas. Es algo mágico que queda en nuestra retina y en nuestra memoria. Por más veces que lo veamos, siempre nos sorprende y admira.

Vamos hacia el coche para cenar y hacer tiempo a que anochezca un poco más. Empieza a llover, pero es un poco de sirimiri y esperamos que no vaya a más. Hacemos ya alguna foto con el Monte iluminado. Es algo espectacular…

Después de comer el bocata, nos vamos al parking de autocaravanas porque desde allí hay una buena vista y pensamos que las fotos deben salir muy bonitas. Javi prueba a hacer fotos con el Monte iluminado al fondo y en primer plano las personas. Tras varios intentos, parece que da con el ajuste correcto y en la pantalla de la cámara las fotos se ven preciosas. Habrá que ver luego en el ordenador…


Mientras hacemos las fotos, encontramos a 3 chicos de Pamplona que vienen de Holanda, Bélgica y Normandía, y ya están de vuelta para casa…

Regresamos al camping y a las 12:20 h nos metemos a la cama. Ha sido un día intenso y bonito. Creo que todos nos dormimos viendo la silueta del Mont-Saint-Michel, al menos yo sí lo hago…

Martes 11 Agosto: Dinan (76,8 Km)

Sobre las 5 h empieza a llover. Vaya noche de agua… pero cuando nos levantamos a las 8 h parece que ya no llueve, aunque el cielo está muy cubierto. Y a las 9:25 h salimos hacia Dinan. No encontramos problemas de tráfico, afortunadamente, y a las 10:15 h aparcamos en el parking de la Place du Champ Clos, que es una especie de zona azul…

Y aquí empieza nuestra visita a Dinan, una de las más hermosas localidades bretonas, “villa de arte e historia”, una visita que merece la pena tomarse con calma. Antigua ciudad de los Duques de Bretaña, rodeada por las murallas más importantes de la región, construida a 75 metros sobre el nivel del río Rance, es, por excelencia, el dominio de las casas con entramados de madera. Ni el tiempo ni los ataques de los ingleses han vencido a la orgullosa ciudad.

El nombre Dinan es el resultado de la contracción de dos palabras celtas “Dunos” y “Ahna”: la colina de Ahna, dios de los vivos y de los muertos.

Dinan fue una poderosa ciudad comercial durante la Edad Media. En 1357, su héroe, Bertrand Du Guesclin, se enfrentó en duelo a un inglés en la Place Du Champ-ès-Chevaux (hoy día lleva el nombre del valiente caballero y alberga una estatua suya). Du Guesclin salió vencedor y ganó el corazón de una hermosa dama. ¡Qué bonito!

Hoy, Dinan es la ciudad medieval mejor conservada de Bretaña. Se sitúa en el bonito valle del Rance y también es un centro dinámico, como demuestran las múltiples tiendas de artesanos instaladas en casas en voladizo, cuyas cimas parecen unirse para formar una nave de estrechas callejuelas.

La visita de Dinan debe realizarse a pie, por supuesto. Desde la Oficina de Turismo proponen 3 circuitos para descubrir la ciudad. La visita de las murallas, que permite apreciar esta corona de unos 3 km con su torreón, sus 10 torres de defensa o vigilancia y sus 4 puertas monumentales, así como numerosos puntos desde los que se aprecia la región. El circuito del viejo Dinan, con los principales sitios y monumentos del centro histórico que te lleva por calles pintorescas, bordeadas por numerosas casas de entramados de maderas, y al puerto de Dinan por la famosa calle del Jerzual. Y el circuito de los tesoros religiosos: un santo en la fachada de una casa, conventos monumentales, capillas e iglesias, muchos tipos de edificios y de objetos de arte religioso.

Nuestro recorrido es una mezcla de los 3 circuitos. Como recibimos por correo el plano con los circuitos, diseñamos el nuestro propio.

Desde la Place du Champ Clos donde hemos dejado el coche, vamos por la Rue Ste-Claire y la Rue de L’Horloge, donde está la Torre del Reloj, un punto de vista inexpugnable sobre la ciudad. Es un campanario del siglo XV. Antes, el campanario fue uno de los lugares privilegiados de vigilancia y de alarma. Sus campanas dieron la alerta al fuego del último gran incendio de la ciudad en 1907. La campana fue un regalo de la duquesa Ana. Se puede visitar de 10 a 18:30 h y cuesta 2`95€.

Javi, Paco y Chelo suben a la torre. Yo me quedo viendo las tiendas de alrededor. En una visita anterior, cuando Javi subió con aita, ya dijeron que había una escalera de caracol un poco complicada, así que esta vez ni lo intento. Desde arriba se disfruta de una bonita vista, pero ya lo veré en las fotos… En la tienda donde compro el imán, no hay nadie así que le pregunto a la chica si tiene alguna moneda de 2€ de las especiales, enseñándole el dibujo. Y ella muy amable, mira la caja e incluso mira las monedas que tiene agrupadas en los plásticos de los bancos. Y me cambia 2 monedas. Desde luego, los bretones son muy agradables…

Javi, Paco y Chelo bajan de la torre. La verdad es que se me ha pasado muy rápido.

Continuamos hacia la Place des Merciers y Place des Cordeliers, que forman un fascinante y armonioso conjunto medieval.



Nuestra siguiente parada es la Iglesia Saint-Malo. En nuestras anteriores visitas nunca habíamos entrado y la verdad es que merece la pena. Tiene unas vidrieras muy bonitas. Además, están tocando el órgano y la música ambiental acompaña.
A través de la Rue de la Lanerie vamos a la Rue du Jerzal. Quizás sea la más medieval de todas las calles bretonas. Los artesanos reemplazan hoy a los tenderos de antaño en las hermosas casas con entramados de madera de los siglos XV o XVI.



Tras la puerta gótica del Jerzual, a mano derecha está el acceso a las murallas, edificadas entre los siglos XIII y XVI. Desde las murallas hacemos bonitas fotos con vistas de las murallas, de la ciudad… y dejamos las murallas al llegar a la Puerta Saint-Maló.

Emprendemos el regreso al coche a través de la Rue de la Poissonerie y la Rue de la Chaux. Ha sido, como siempre que visitamos esta ciudad, una visita agradable. En realidad, todas las calles merecen la pena y están llenas de magia, de ese aspecto medieval…

A las 12:48 h salimos hacia Ploubàlay. La chica de recepción del camping, Stephanie, nos recomendó un sitio para comer marisco “bueno y barato”. Sólo sabemos que está enfrente de la iglesia y que es un local “que no parece nada” según sus palabras. Damos con el sitio, pero la fuente de marisco es por encargo. Nos quedamos un poco chafados porque nos habíamos hecho a la idea de comer marisco pero en fin, nos quedamos a comer. Tiene un menú de 9’50€ en el que puedes elegir entrante + plato o plato + postre o entrante + postre… Nosotros optamos por plato + postre. Como plato hay moules (mejillones) o pescado (no sabemos cuál) o cerdo, y nos quedamos con los moules, que para algo estamos en Bretaña. Y de postre uno de manzana, también muy típico bretón. Incluye también café…

La señora que atiende es muy maja, aunque la pobre no da más de sí. Está en la cocina y sirviendo. Todo para ella. ¡Qué estrés!. Los moules están ricos, aunque están hechos con mucha cebolla (pero mucha mucha eh?), así que yo tardo mucho en comerlos porque me lleva mucho tiempo quitar la cebolla… Además llega un momento en el que ya saben demasiado a cebolla y “me retiro”, que los disfruten los demás…

Por lo demás, salimos satisfechos de la comida. A las 15 h regresamos al camping. Paco se echa la siesta, Chelo “descansa” en la silla, Javi se pone con las fotos y yo con las cuentas y el diario.

Vamos a por pan para la cena y vemos que están montando tenderetes, como si fuesen a montar un mercadillo… Y al rato vamos a ver y… efectivamente es un mercadillo. Hay ropa, queso, licores, chucherías… Muy curioso.

A las 19 h salimos hacia Dol de Bretagne. La Catedral está cerrada. Damos un paseo por el pueblo. El tiempo acompaña.


A las 20:30 h hay danzas bretonas. Pensamos que es como un festival, pero es como un curso, en la calle, donde enseñan a bailar las danzas bretonas. Al principio es curioso, pero después resulta un poco aburrido.

Mientras vemos las danzas, encontramos un grupo de españoles entre los que hay una chica que aunque vive en Barcelona, es de Valladolid. ¡Qué pequeño es el mundo! Nos preguntan si sabemos dónde está su hotel… y resulta que es el hotel del camping. Así que les indicamos cómo ir.

Tras la cena, una partida a la escoba. Hombres contra mujeres. La paliza que nos dan es brutal, pero es que tienen mucha suerte y así no hay quien juegue.

A las 23:45 h nos vamos a dormir, con el cielo estrellado y pensando en el día soleado que vamos a tener mañana…

Miércoles 12 Agosto: St-Maló (79,4 Km)

Nos levantamos a las 7 h y… ¡el cielo está cubierto! ¿Dónde están las estrellas de anoche? Parece bruma y confiamos en que vaya despejando a lo largo de la mañana. Con ese pensamiento, a las 8:22 h salimos hacia St-Maló.

Tenemos suerte y aparcamos a las 8:56 h en el parking al lado de la puerta de San Vicente.

Saint-Maló es una de las ciudades bretonas más visitadas. Y con razón. Con sus altas murallas, el mar circundante y una larga historia, es evidente que ocupa un lugar excepcional.

La parte negativa es el ambiente hiperturístico que reina en temporada alta. Pero no podemos dejar que eso nos impida sumergirnos en su arquitectura o historia, o en las maravillas que ofrece el mar y la inusual bahía, compuesta de islotes rocosos y corrientes traicioneras, y bañada por una luz a menudo mágica.

Extramuros, Saint-Maló ofrece el aspecto de una encantadora ciudad balneario burguesa, con sus bonitas villas de principios del siglo XX extendiéndose a lo largo de la costa. Este lugar, uno de los más preciados de la Costa Esmeralda, se puso de moda a finales del siglo XIX.

Nuestra visita comienza, ¡cómo no!, por un paseo por las murallas, que a estas horas están casi desiertas. Así podemos saborear este paseo y hacer bonitas fotos, aunque el tiempo no nos acompaña. Sopla una brisa marina que a mí me agrada pero que para la mayoría de la gente supone frío, y así, mientras yo voy con una camiseta de tirantes, otros van con chaquetas y bien abrigados. La verdad es que poca gente va en manga corta, pero de verdad que no hacía frío...
Las murallas (remparts en francés) sobrevivieron a los bombardeos aliados de 1944. Entramos por la Porte Saint-Vicent (Puerta de San Vicente), que es la entrada principal a la población y data de 1709. La Grande Porte (Gran Puerta), con dos enormes torres con matacanes, se remonta al siglo XV.

Desde la zona de la Puerta de Dinan podemos ver las 14 soberbias fachadas de palacetes de armadores. Sólo las dos primeras se libraron de la destrucción, las otras 12 han sido reconstruidas. El famoso corsario Surcouf vivió durante los últimos 30 años de su vida en la que se alza a la izquierda de la Puerta de Dinan.

Desde el bastión Saint-Philippe (bastión de San Felipe) disfrutamos de unas vistas interesantes, pero el panorama mejora desde el bastión de la Hollande (bastión de Holanda), el que tiene la estatua de Jacques Cartier. La Porte Saint-Pierre (Puerta de San Pedro) permite llegar a la plage de Bon-Secours (playa del Buen Socorro). Frente a la costa vemos el rocher del Grand-Bé, un islote sobre el que se inhumó a Chateaubriand. Más adelante podemos ver el Cavalier des Champú-Vauverts (Caballero de los Champú-Vauvert), donde encontramos una estatua de Surcouf y una hermosa atalaya en una esquina, construida en 1654. La tour Bidouane (Torre Bidouana) es un antiguo polvorín que data del siglo XV. Y por último la Porte Saint-Thomas (Puerta de Santo Tomás) da paso a la plage de l’Eventail (playa del abanico).
Pero hoy la marea está muy alta. No se aprecia la piscina natural, no se puede llegar al fuerte… Nunca lo habíamos visto así. Es otra forma de verlo…


El fuerte está frente a la puerta de Saint Thomas. Durante la marea baja se puede acceder a pie. Los horarios de apertura dependen de la marea. Si la bandera francesa ondea sobre el fuerte, es que está abierto. La visita guiada de las murallas y las zonas subterráneas dura 30 minutos.

Terminamos el paseo por las murallas al lado del Château, que lo erigieron los duques de Bretaña en los siglos XV y XVI, y que hoy alberga el Ayuntamiento y no se puede visitar. En el gran torreón de lado derecho está el Museo de Historia.

Desde aquí entramos a Intra-Muros, ya con mucha gente paseando y parando en las numerosas tiendas de recuerdos. Pero nosotros vamos hacia la Catedral de San Vicente, que tampoco habíamos visitado en anteriores ocasiones.
Aunque la Catedral data del siglo XII, los graves daños que sufrió durante 1944 obligaron a restaurarla. Obras que acabaron en 1971.

El presbiterio, construido un siglo después del edificio original, es plano. El coro destaca por la finura y elegancia que le confieren sus dovelas góticas. Curiosamente, la nave resulta algo corta comparada con la profundidad del coro.

Hace poco más de 20 años se añadieron una serie de vidrieras modernas de colores estridentes al gran rosetón.

Todavía se conservan varios capiteles románicos, con animales, figuras vegetales… sobre todo encima del coro.

Sobre el suelo de la nave, un mosaico recuerda la visita de Jacques Cartier antes de embarcarse hacia Canadá el 16 de mayo de 1535. En la capilla norte podemos ver su tumba (en 1949 solo se encontró en ella su cabeza)

Al salir de la catedral, nos disponemos a pasear tranquilamente por las calles intra-muros. Pero están atestadas de gente y apenas podemos disfrutar de las casas antiguas, los palacetes, los patios típicos… Una verdadera pena.

Antes de dejar la ciudad, nos tomamos un Kouign Amann caliente. Todos los toman de manzana, menos yo que lo tomo de chocolate. ¡Riquísimo! Hasta ahora lo habíamos tomado siempre frío (bueno, natural) pero la verdad es que caliente también está rico.

Pagamos 6€ de parking y con las vueltas me dan una moneda de 2€, de las del Tratado de Roma pero de Francia. ¡Qué contenta!

Nos dirigimos ahora hacia Cancale y cogemos el camino por la costa, pues en el camping nos dijeron que eran las mejores playas y que el camino era bonito. Pero desde el coche no se ve gran cosa porque la carretera va bastante alejada de la costa, así que cogemos dirección a Cancale más directos.

Cancale es un pequeño puerto con vistas a la bahía del Mont-St-Michel, que está totalmente dedicado al cultivo y consumo de ostras. El aclamado sabor de las ostras de Cancale procede, según dicen, de las fuertes mareas que las inundan todos los días.

Dejamos el coche en el parking Le Port y bajamos hacia el puerto. Encontramos enseguida la pescadería de la otra vez, y compramos 1 kg de moules y 1 docena de huitres (ostras). Vemos también un aparato para abrir las ostras… y lo compramos. Nos valdrá para otras veces.

A las 13:47 h llegamos al camping, tras 85 km. Preparamos los mejillones y mientras los demás se comen las ostras, yo voy a comprar la ficha para la lavadora (4’5€) porque ha despejado totalmente y vamos a aprovechar.
Después de comer, nos vamos a poner la lavadora. Hay 2 que han terminado pero está la ropa dentro y no va nadie a recogerla. Las otras 3 lavadoras están ocupadas. Tras esperar un rato, decidimos irnos a la piscina y poner la lavadora después. ¡No vamos a perder una tarde tan estupenda de sol! Así que vamos a la piscina descubierta. Chelo va con cierto recelo porque piensa que el agua estará muy fría, pero la convencemos para intentarlo. Menos mal que el agua estaba caliente…

Hay mucho chaval y no se puede nadar, pero sí que podemos disfrutar del jacuzzi y, ¡cómo no!, Javi de los toboganes.
Después de la piscina, nos vamos al super2 U a por una pequeña compra, pues no tenemos leche para mañana. Compramos también quesos de untar que tanto nos gustan a Javi y a mí, y unos crepes para postre.

A la vuelta, por fin podemos poner la lavadora. Aunque para cuando termina, el sol ya ha caído y no podemos tender fuera. Dejamos el tendedero en el avance y si mañana hace bueno, lo sacaremos.

Tras la cena, vamos al anfiteatro a ver una representación de Mamma Mía! por parte del equipo de animación del camping. Aunque ya ha empezado, vemos buena parte del espectáculo. Lo hacen bien y resulta entretenido, aunque no les entendemos (sólo hablan en inglés y en francés).

A las 23 h volvemos a la caravana y a dormir. Hoy el cielo no está despejado. A ver cómo amanece mañana. El plan de mañana lo decidiremos según el tiempo que haga.

Jueves 13 Agosto: Mont St Michel por la noche (74 Km)

A las 2:30 h comienza a llover y yo ya no soy capaz de dormir, así que la noche se me hace muy larga.

A las 8 h cuando nos levantamos, cae un sirimiri constante y el cielo está muy plomizo. Decidimos dejar la visita a Fougères. Iremos al Carrefour y al Super U para comprar cidré, coca-cola… Así podremos organizar ya las cajas y para mañana solo nos faltará comprar lo fresco.

Al volver a la caravana, organizamos las cajas, que no es tarea fácil, ¡pero lo conseguimos!

Tras la comida, Javi se pone con las fotos, Paco va a fregar, Chelo se hace la manicura y yo escribo el diario de ayer (que no me dio tiempo) y el de hoy.

Paco y Chelo se acercan a la tienda del camping para ver si compran algún recuerdo para Teresa. Después echamos una partida. Javi y yo contra Paco y Chelo. ¡Ganamos nosotros!

A las 22:10 h salimos hacia Mont-Saint-Michel. Vamos a intentar hacer las fotos de noche otra vez, a ver si hoy es posible… Nos llevamos hasta el portátil, para poder comprobar las fotos allí mismo y si no nos convencen… pues repetirlas!
Tras varios intentos, parece que por fin salen fotos bonitas, de las de poner en marco…


Llegamos a la caravana a la 1 h de la madrugada. ¡Vaya horas! Menos mal que mañana no tenemos prisa.

Viernes 14 Agosto

Aunque hoy no hay prisa, a las 7:50 h yo ya me levanto y me doy un paseo por el camping. Cuando se levantan los demás, desayunamos y después Javi y yo nos vamos al Super U a comprar los quesos y yogures para llevar a casa.

Al pagar, como no hay nadie detrás de nosotros, pregunto a la chica de la caja por las monedas. Me da una del Tratado de Roma de Francia y otra del 2008 de Bélgica.

Al volver a la caravana, nos vamos a la piscina. Parece que el sol quiere salir, así que vamos a aprovechar. Se está muy bien, aunque hay nubes y claros.

Preparamos la comida y después empezamos a recoger. Es lo que menos gusta pero… esto va llegando a su fin… El tiempo nos respeta, hace muy bueno. Así podemos recoger el avance en seco…

Tras recoger, nos vamos al bar Wifi a descargar el correo para que no se nos cuelgue al hacerlo en casa. ¡Tenemos 122 correos! Nos cuesta mucho descargar, se cuelga… ¡pero lo conseguimos!

Después, cenamos, esta vez en la caravana porque ya tenemos todo recogido. Y a las 23 h nos vamos a dormir, que mañana será un día duro.

Sábado 15 Agosto: Epiniac – Salles (561 km)

Nos levantamos a las 7 h. Hay algo de niebla pero la temperatura es agradable. Y a las 7:45 h salimos finalmente del camping. El primer trayecto del camping tenemos bastante niebla. Además parece que no hemos dado con la posición de los espejos y Javi no ve bien.

A las 8 h pongo en el móvil la “Diana Portugaluja”. Como si estuviese en Portu cantándola…

Echamos gasoil en Nantes, antes de entrar en la autopista, pues pensamos que será más barato.

A la altura de Niort, antes del cruce con la A10, nos encontramos un “señor atasco”… Y no hay forma de evitarlo… Esto nos agota… A las 13:04 h paramos a comer en el Aire de Fenioux para picar algo y, sobre todo, descansar.

Al llegar a Burdeos… como siempre, nos equivocamos y en vez de por la derecha, nos metemos por la izquierda… y ¡horror!... pedazo de atasco que pillamos. Y mira que siempre digo que yo no voy a decidir por dónde ir, pero no escarmiento… El atasco nos acompaña casi hasta el camping Val de l’Eyre, donde llegamos a las 17 h.

Hay mucha gente para entrar y pocos atendiendo en recepción. Bueno, en realidad solo atiende una persona… así que tardan en atendernos y asignarnos parcela. Al final nos dan la parcela 96, muy cerca de la piscina. Para llegar a la piscina, pasamos por un “campo de petanca”. Están jugando en el camino, pero ni se molestan en moverse. Es alucinante…

Después de instalar la caravana, nos vamos a la piscina. Aunque es pequeña y hay mucha gente, podemos refrescarnos un poco, que lo necesitamos y lo agradecemos. Y después nos vamos al bar a tomar una cerveza, que estamos un poco “secos”. Pregunto por las monedas, pero no tienen ninguna. Paco y yo vamos después a preguntar a recepción… pero tampoco tienen. Se nos han terminado las oportunidades.
Me pongo después con el diario, mientras Javi hace fotos de la parcela. Cenamos un poco y a las 23:15 h nos vamos a dormir. Mañana hay que terminar el viaje… y se va notando cansancio…

Domingo 16 Agosto: Salles – Cubillas de Santa Marta (518 km)

Hoy toca diana muy pronto y a las 7:20 h salimos del camping. El viaje parece tranquilo. A las 9:24 h pasamos la frontera. ¡Ya estamos en casa! Intentamos avanzar lo máximo posible.

Paramos a comer en el área de servicio de Briviesca. Al lado hay un camionero de Eslovenia. Le pregunto por las monedas. Sólo le queda una de 20 céntimos. Se la cambio y le doy las gracias…

Comemos un bocadillo rápido y continuamos viaje. A las 14:57 h llegamos a Cubillas. Vamos a dejar la caravana en el camping y mañana o pasado vendremos a recoger las cosas. Cogemos todas las cosas de Paco y Chelo, y lo que podemos de lo nuestro, pero el resto ya lo cogeremos.

Se han terminado las vacaciones. Han sido días muy bonitos, pese a que el tiempo no nos ha acompañado mucho. Pero Bretaña es un destino que nos gusta y que seguro que repetiremos. Ahora estamos deseando ver las fotos y los vídeos para poder recordar todo lo que hemos vivido….

Pasados unos meses desde nuestro regreso, he tenido la suerte de poder leer el libro “La promesa del Ángel” de Frederic Lenoir, que se desarrolla en el Mont Saint Michel. Ha sido un verdadero lujo leerlo e imaginar a sus protagonistas en ese lugar tan especial… paseando por las murallas y calles, rezando en la iglesia abacial o en la capilla de San Martín...


Datos del viaje

Total km: 3453 km

Gastos peajes: 119,75 €

Gasoil: 403,74 €

Parking: 28 €

Entrada Faro Eckmühl: 8 €

Barco Ile de Brehat: 34 €

Entrada Abadía Mont St Michel: 34 €

Entrada torre reloj Dinan: 8, 85 €

Camping Cubillas: 38, 60 € (1 noche) http://www.campingcubillas.com/

Camping Val de Boutonne: 23, 70 € (1 noche) http://www.valba.net/

Camping Orangerie de Lanniron: 566,40 € (8 noches) http://www.lanniron.com/

Camping Domaine de Keravel: 232, 5 € (5 noches) http://www.keravel.com/

Camping Domaine des Ormes: 444, 2 € (7 noches) http://www.lesormes.com/

Camping Val l’Eyre: 39, 60 € (1 noche) http://www.camping-parcduvaldeleyre.com/

2 comentarios:

  1. Este verano queremos ir a Bretaña con la caravana (desde Donosti) y me parece que esta entrada de tu blog me va a venir de cine. Muchas gracias. Pablo.

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